La seguridad vial salva vidas.
Garantizar la movilidad como derecho humano es un proceso incompleto si el Estado no provee las condiciones necesarias para desplazarse con seguridad y garantizar la vida.
A nivel mundial, las colisiones en las vías de tránsito causan casi 1.3 millones de defunciones prevenibles y un estimado de 50 millones de traumatismos cada año, lo que las convierte en la principal causa de mortalidad de niños y jóvenes en todo el mundo.
Por ello, la perspectiva de seguridad vial se ha transformado y hoy se habla de un enfoque de sistemas seguros integrados, que reconoce que el transporte es un sistema complejo y sitúa la seguridad en su centro. También, se reconoce que los seres humanos, los vehículos y la infraestructura vial deben interactuar de una manera que garantice el más alto nivel de seguridad posible.
Y por eso, el diseño de las vías públicas debe estar centrado en la reducción de la mortalidad, la prevención de siniestros de tránsito y en evitar lesiones graves en las personas que se desplazan.
Implica un gran reto. Para afrontarlo, Guanajuato debe adoptar el nuevo paradigma nacional y plasmarlo en su legislación local, porque somos la tercera entidad con mayor porcentaje de defunciones por accidentes de tránsito con un 7%, después de Estado de México (8%) y Jalisco (7.2%).
El uso del vehículo particular como prioridad de la política pública ha ocasionado un deterioro ambiental -nos quedó claro en León-, un crecimiento urbano desordenado, una infraestructura urbana que no es incluyente para todas las personas y, por lo tanto, un sistema de movilidad que contamina, es caro y provoca muertes viales.
Con el incremento de vehículos motorizados en circulación (más de 2 millones en el Estado) es necesario fortalecer la seguridad de todas las personas, empezando por las más vulnerables.
Por eso es necesario que la planeación, el diseño, la construcción y su implementación, en conjunto con evaluaciones de infraestructura vial inclusiva se haga conforme a la jerarquía de la movilidad, priorizando a las personas peatonas, las personas ciclistas, seguidas de las usuarias del transporte público y, finalmente, las usuarias de vehículos particulares.
En este sentido, la obra pública debe también ser impactada por el nuevo paradigma de movilidad, pues debe ser pensada a partir de aspectos como la calidad, las calles completas, la conectividad, un diseño universal que evite la discriminación y fomente la inclusión, con intersecciones seguras y señalética legible y autoexplicable, con pacificación del tránsito y en donde la prioridad sea la sostenibilidad de la movilidad.
Queremos gobernanza vial. Es decir, participación social desde la planeación hasta la evaluación de la política pública de movilidad para que se prioricen los grupos en situación de vulnerabilidad y para reducir las brechas de desigualdad que también se expresan en las condiciones de movilidad y seguridad vial.
La iniciativa busca añadir un Capítulo V, titulado “Infraestructura para la Movilidad y la Seguridad Vial” a la Ley de Movilidad para el Estado de Guanajuato y sus Municipios que integra las siguientes líneas:
Diseño vial seguro. Se propone añadir un artículo que establezca la obligación de que las obras de infraestructura vial urbana y carretera sean concebidas y realizadas tomando en cuenta la jerarquía de la movilidad. Las calles deben planearse y diseñarse con un enfoque de sistema seguro que esté orientado a reducir los riesgos, a mitigar la posibilidad del error humano y, reconociendo que las calles deben ser de todas las personas usuarias aplicando un enfoque interseccional.
Criterios para el diseño de infraestructura vial segura. Los manuales deberán de considerar la calidad de las vías de tránsito, las calles deberán de ser planeadas y rediseñadas considerando que sean calles completas, con espacios prioritarios para peatones, carriles de ciclovías y carriles exclusivos para el transporte público, cuando sea el caso.
Queremos también aceras pavimentadas para las personas peatonas, iluminadas durante la noche con intersecciones seguras entre la circulación de vehículos no motorizados y el tránsito peatonal.
Es necesario que el diseño de las vialidades sea universal, pensando en espacios inclusivos de todas las personas.
Los entornos viales deben propiciar un comportamiento seguro de las personas, anticipar los riesgos y generar conductas seguras. La movilidad debe ser sostenible. Se debe reconocer que el transporte tiene impactos ambientales, climáticos y sociales, por lo tanto, estos impactos no deberán de comprometer los recursos de generaciones futuras.
La pacificación del tránsito debe ser un criterio que reduzca el flujo y velocidad de vehículos, para que haya lugar al transporte público y a la movilidad no motorizada; esto impactará en una convivencia más sana y cordial en las vías de comunicación. Una movilidad que influya en el ahorro de tiempo, espacio y recursos económicos pacifica las relaciones humanas.
También es necesaria la permeabilidad para la recolección e infiltración de agua pluvial, menor dependencia de los combustibles fósiles lo que permitiría mitigar el cambio climático y tener vías saludables, es decir aportar a las soluciones basadas en la naturaleza, con árboles y plantas.
Principios de diseño vial en calles urbanas. Deberá existir diversidad de usos de suelo, combinando los residenciales y no residenciales dentro de la misma cuadra o cuadras adyacentes, el diseño de las calles deberá ser uniforme, de fácil acceso y seguras, deberán de ser planeadas, construidas y usadas bajo un paradigma de gobernanza en el que la participación social sea la piedra angular y, que las velocidades de vehículos motorizados y no motorizados en esos ambientes urbanos, sean compatibles con el servicio y las personas que convivan en las calles urbanas.
Infraestructura vial ciclo inclusiva. Las calles deben de ser espacios incluyentes y seguros para las personas usuarias de la bicicleta, por lo que la infraestructura vial deberá ser diseñada, rediseñada, operada y cuidada a través de criterios de inclusión, cuyos componentes deben ser: la seguridad, para que se reduzca el riesgo de accidentes, que se respete la preferencia del paso ciclista, se separe el tránsito ligero del pesado, se baje la velocidad y volumen de tránsito en las vialidades compartidas y se dé preferencia a zonas no aisladas y vialidades que tengan actividad e iluminación.
Las ciclovías deberán de tener continuidad para que haya rutas directas en los trayectos de vías para bicicletas, la reducción de tiempos en cruces e intersecciones; que haya coherencia facilitando la entradas y salidas de las rutas ciclistas seguras, que se garantice la existencia de señalética adecuada y suficiente y se reduzca la discontinuidad que existe en la infraestructura para la movilidad ciclista; por citar algunas de las necesidades que debemos cubrir para garantizar una verdadera movilidad ciclista, no meramente recreativa u ocasional, sino una verdadera opción de movilidad segura en las ciudades y en las periferias.
Manuales de diseño vial y dispositivos de control de tránsito. Proponemos, por lo tanto, la integración de estándares de diseño vial y dispositivos de control de tránsito a través de manuales, de carácter obligatorio en la emisión de políticas, programas, proyectos y obras relacionadas con infraestructura y operación vial.
Dictamen de factibilidad. También es necesario establecer la obligación de contar con un dictamen de factibilidad por parte de las autoridades competentes para la construcción nuevas calles o rediseño de las existentes.
Vías recreativas. Buscamos, finalmente, establecer garantías para las y los ciudadanos de espacios públicos suficientes, seguros y de calidad, con énfasis en vías recreativas en las que se pueda convivir y practicar actividad física, que las autoridades estatales y municipales deberán centrar en ello sus esfuerzos.
De esta manera, se complementa la propuesta de armonización de nuestra legislación local de movilidad con la nueva Ley General que garantiza nuestro derecho constitucional, sí de movernos, pero de hacerlo también con seguridad.
“La infraestructura crea cultura” hemos aprendido de los colectivos a favor de la movilidad, y desde la Bancada Naranja, estamos convencidos de que la ruta para vivir el nuevo paradigma de la movilidad en Guanajuato, es crear nueva cultura.
La que demandan las nuevas generaciones, su forma de entender la sustentabilidad y su derecho a la ciudad, pero también el deseo de volver a habitar las calles en las que jugamos en la infancia las personas adultas, o las personas adultas mayores que quieren recorrerlas a su paso y a su ritmo; calles para los grupos en situación de vulnerabilidad y para las mujeres que cada vez más nos habituamos a cambiar de ruta “por seguridad”.
Por ciudades seguras, diversas, inclusivas e intergeneracionales, pido su apoyo para legislar a favor de un Guanajuato en movimiento.
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